El Circuito de las Emociones

EL CAMINO DE LAS EMOCIONES

Una vez que el tálamo recibe la información sensorial, la envía en 125 milisegundos a la amígdala, este camino es llamado “rápido, corto o de bajo nivel”; pero a su vez envía la información (más completa) a los lóbulos prefrontales, este proceso lo realiza en 500 milisegundos y es llamado el “camino alto o largo”.

Camino de las emociones

Las emociones siempre aparecen antes que la razón y responden a mecanismos muy antiguos que se instalaron mucho antes que la inteligencia.

La amígala puede hacer que nos pongamos en acción de manera inmediata con no mucha información, mientras que la neocorteza, si bien es más lenta está informada plenamente y despliega un plan de acción mucho más delicado.

La función de la inteligencia emocional consiste en entrenar a los lóbulos prefrontales de manera que dominen la situación y transformemos las reacciones emocionales en respuestas emociones.

Cuando el circuito amigdalino toma las riendas actúa como “el jefe malo”, se produce un secuestro amigdalino y llegamos a realizar acciones dominadas por angustia, la ira, el impulso y el miedo entre otros, este tipo de reacciones puede hacer que más tarde nos arrepintamos, aunque también son las que nos permiten sobrevivir en situaciones peligrosas.

Si el córtex prefrontal tiene los circuitos inhibidores funcionando a pleno, se puede llegar a alcanzar un punto de decisiones que nos permita: cometer menos errores y manejar mejor las situaciones y las emociones propias como las del entorno.

Es posible modificar nuestras reacciones emocionales? Siii, debemos entrenar el cerebro racional. El autor de Los siete hábitos de las personas altamente efectivas sostiene que “nuestro poder, nuestra inteligencia y nuestra libertad yacen en el espacio entre el estímulo y la respuesta. Si no hay espacio entre ellos, nuestras emociones deciden. En cambio si le damos tiempo a nuestro cerebro racional para intervenir, somos nosotros los protagonistas de nuestras acciones” .

El problema no son las emociones, sino lo que hacemos con ellas.

“El poder entrenar los lóbulos prefrontales, para que puedan frenar los instintos primitivos y las reacciones emocionales disfuncionales es uno de los grandes desafíos del siglo XXI”