La yerba mate es un árbol nativo de la Selva Paranaense. En estado silvestre, alcanza una altura de entre 12 y 16 metros. Existen yerbales de hasta 100 años en algunas reducciones jesuíticas. Para facilitar la cosecha, las plantas son podadas hasta 2 veces al año a una altura de 2 metros en promedio.
El cultivo se localiza en la región de Cuyo, en Misiones y nordeste de Corrientes. Compuestas por un relieve discontinuo de mesetas y esteros. Los suelos rojos, con alto contenido de hierros, y el clima subtropical sin estación seca, son ideales para el cultivo de la Yerba Mate. Nuestro país es hoy el principal productor y exportador mundial de yerba mate.
Se desarrollan pequeñas plantas de yerba (plantines) con semillas maduras y se los conservan hasta los 7 centímetros.
Los plantines permanecen en viveros entre 9 y 12 meses y luego son trasladados a campo.
A los cuatro años la planta alcanza un desarrollo apto para la poda o cosecha. Abril y septiembre son los meses ideales para cosechar porque las hojas están maduras y la planta está en un receso vegetativo (no hay brotación).
En estos procesos se somete unos segundos (sapeco) la hoja verde a fuego directo y al calor para reducir al mínimo el porcentaje de humedad y lograr hojas crujientes. Las hojas son transportadas en cintas para continuar secándolas.
Se realiza una primera molienda gruesa o “canchado” de la hoja ya seca. Luego se coloca la yerba canchada en bolsas y se la estaciona durante 9 meses o más, en depósitos donde se controla la temperatura y humedad.
Durante la molienda cada marca determina su blend: la proporción de palo, polvo y hojas que van a definir el sabor, aroma y color de los mates.
Se envasan en paquetes herméticos, con papeles especiales de distintos materiales, que mantienen intacta la calidad del producto y se coloca la estampilla del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) en cada uno de ellos.